Manhattan

LOVG

Guapa

Vuelve a llover sobre Manhattan, el contador del taxi para, alguien de pie limpia sus gafas junto a mí, me recuerda mucho a ti.Publicidad en su paraguas, ganas de hablar y una mirada en un local lleno de tartas pienso pero un poco mas en mí. Y al despertar y verme al lado de lo que siente jugando al te, solo tu clavas en mi sien tu voz diciendo no te olvidare.Sola en el hotel, de la calle del perdón, los recuerdos con espinas diran que te he roto el corazón, y el veneno de mi error que apretes bien las heridas, que salga y le de un beso a la vida, y es que sin ti sabes mi amor que desaparezco. La tentación no vive arriba, ni tu perdón es cosa mía, mas sale mi avión, vuelvo a la vida que deje somos 3 para comer, y al regresar te vi esperando con tu sonrisa y alguna flor, sentí entender mi traición al ver tus ojos dándome su amor. Sola en el hotel, de la calle del perdón, los recuerdos con espinas diran que te he roto el corazón, y el veneno de mi error que apretes bien las heridas, que salga y le dé un beso a la vida, y es que sin ti sabes mi amor que desaparezco.

... volver a la calle del perdón.

El tema de la canción es la infidelidad de una pareja ambientada en el caos y la diversidad de Nueva York. La infidelidad habría quedado ocultada en medio del barullo de las calles de Manhattan pero son unos ojos llenos de amor los que la hacen patente, la descubren. Así pasa con todo el mal; mientras se produce en un ambiente mediocre y bacío queda oculto, pero cuando hay amor de por medio éste actúa como una radiografía localizando y sanando la herida. Los ojos de Jesús son como los del amante: iluminan nuestra vida con lo bueno y lo malo, lo que nos gusta y disgusta, curándonos y dándonos otra oportunidad para vivir.

Infidelidad

Jesús se dirigió al monte de los Olivos, y al día siguiente, al amanecer, volvió al templo. La gente se le acercó, y él, sentándose, comenzó a enseñarles. Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron en medio de todos los presentes y dijeron a Jesús: -Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. En nuestra ley, Moisés ordena matar a pedradas a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices? Preguntaron esto para ponerle a prueba y tener algo de qué acusarle, pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en la tierra con el dedo. Luego, como seguían preguntándole, se enderezó y les respondió: -El que de vosotros esté sin pecado, que le arroje la primera piedra. Volvió a inclinarse y siguió escribiendo en la tierra. Al oír esto, uno tras otro fueron saliendo, empezando por los más viejos. Cuando Jesús se encontró solo con la mujer, que se había quedado allí, se enderezó y le preguntó: -Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? Contestó ella: -Ninguno, Señor. Jesús le dijo: -Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar.Jn 8, 1-11